martes, 13 de enero de 2015

A ti, “salvador del pueblo”, que me criticas…




 "El hombre de bien exige de sí mismo; el hombre mediocre espera todo de los demás" (Confucio)


No mires desde tu asiento y a la mesa del bar, por encima del hombro y critiques a aquel hombre o mujer que pasa y va de un sitio a otro, porque no te gusta lo que ves, porque igual, no serías capaz de hacer lo que hace él o ella.

No los conoces, no sabes de donde vienen y a donde van y lo que hacen por los demás, sin pedir nada a cambio, mientras tú, te eriges en juez y verdugo con lengua viperina, bien humedecida por el café o el licor elegido, los sentencias y ejecutas.

Qué bien has quedado con el chiste ocurrente o palabra ácida que ridiculiza a otra persona que, a cambio, se esfuerza en hacer cosas o pretende con su granito de arena, mejorar lo que hay. Si, tus acompañantes, te ríen las gracias, igual hasta te han invitado. Pero, cuando vayas a dar lecciones a quienes te lean o te escuchen, en casa, bares o tertulias, no olvides que en esta vida y en esta ciudad, mucha gente no sonríe, ni tiene tiempo para tener sitio fijo en terraza de bar alguna.


La gente de nuestra ciudad y comarca, lo pasan mal. No están para gracejos… y menos si son a costa de personas que en vez de aplaudirte, se levantan cada mañana para ayudar en la medida que pueden a otras que están más necesitadas.

Éstas, si sonríen, no se ríen de nadie, Sonríen de ver como hacen a través de su labor, un poco  más felices a algunas personas.

“Sabes mi nombre, pero no mi historia,
has oído lo que he hecho, pero no por lo que he pasado,
sabes dónde estoy pero no de donde vengo,
me ves riendo pero no sabes lo que he sufrido,
deja de juzgarme, saber mi nombre no implica conocerme”.



Por lo tanto, te voy a pedir lo siguiente…

No me catalogues, no soy un objeto.
No me etiquetes, no soy mercadería.
No me juzgues, no soy tu acusado.
No me acuses, no eres mi fiscal.
No me condenes, no eres mi juez.
No me enmarques, no soy un espejo ni un cuadro.
No me definas, soy un misterio.
No me minimices, soy más complejo de lo que crees.
No me divulgues, no soy un producto o una cosa.
No me vulgarices, soy alguien muy especial.
No me apuntes, no soy un blanco de tiro.
No me calumnies, tengo el derecho a la verdad.
No me difames, tengo el derecho de ser quien soy.
No me encierres en esquemas, soy más libre de lo que te imaginas.
No dudes siempre de mí, soy más verdad que error.
Y recuerda siempre que:
Soy una persona como tú.
Soy humano como tú.
Soy limitado como tú


Ángel Corbalán



1 comentario:

  1. Suele pasar que quien no es capaz de hacer algo por nadie es quien más critica de todos, lo bonito y bueno es hacer cosas sin tener que ir pregonando lo que haces, con que Dios y tu persona lo sepa vale.

    ResponderEliminar

Que opinas?