miércoles, 4 de abril de 2012

Antonio Mingote, "el humor de la inteligencia", nos ha dejado!!

"nadie es indiscutible, pero nadie es Mingote"

Antonio Mingote no ha muerto, está allí arriba vigilándonos y echándole una mano al Creador, muy pronto, junto con Gila, Chumy Chumez, Tip y Antonio Ozores, montarán un “estado de la nación” para organizar de tal manera el cielo y desde allí, mejorar la vida de los que estamos aquí, en España.
Así es, Ángel Antonio Mingote Barrachina, nos ha dejado en el día de ayer, Martes Santo, 3 de abril…la muerte del patriarca del humor gráfico español, tiñó de luto ayer el noble oficio que el dibujante, escritor y académico contribuyó a engrandecer.

Antonio Mingote, como popularmente se le conoció, era Marqués de Daroca, escritor, periodista, dibujante… y fue el primer humorista gráfico recibido en la docta institución (RAE) que 'limpia, fija y da esplendor' a nuestro idioma, en la que ocupaba el sillón 'r'.Durante casi ocho décadas el genial y prolífico humorista mantuvo activos y afilados sus lápices y su mordaz inteligencia. Los ejercitó siempre, acudiendo a la cita diaria con el lector, que mantuvo durante cerca de sesenta años, y plantando cara a la enfermedad que acabó con su vida. No fue solo en las páginas del diario ABC, en el que desarrolló el grueso de su carrera, donde brilló, ejerció su magisterio e hizo historia. Debutó Mingote muy joven en el semanario 'Blanco y Negro' y dejó también su lúcida y sagaz impronta en las páginas de publicaciones míticas como 'La Codorniz', memorable sanedrín de humor ibérico y carpetovetónico por el que pasaron todos los grandes del género, y su trampolín al chiste diario con vocación de editorial.


Nació en Barcelona, pero no hablaba catalán.


Antonio Mingote Barrachina había nacido en la localidad barcelonesa de Sitges el 17 de enero de 1919. De ascendencia aragonesa, era hijo del matrimonio formado por el músico Ángel Mingote y Carmen Barrachina. Estudiante en los Escolapios de Daroca, publicaría su primera viñeta siendo un crío en 'Gente menuda', suplemento infantil de 'Blanco y Negro', en el que reconocieron el temprano talento de aquel chaval de solo trece años. Aquella seminal viñeta era un dibujo del conejo 'Roenueces'.

Terminó Mingote el bachillerato en Teruel sin sospechar todavía que le aguardaba un futuro prometedor como dibujante, historietista y narrador. Perfilaría y afianzaría su vocación tras la incivil guerra española, en la que combatió en el bando nacional, primero como requeté el Tercio de Santiago en la Sierra de Albarracín y luego como alférez provisional en el frente catalán.

Estoy de acuerdo con el turolense Federico Jimenez Losantos, en lo que dice de Mingote, este periodista que no pasa desapercibido, comenta que en ocasiones, Mingote decía que; “uno no es de donde nace, sino de donde hace el bachillerato”, así que él era de Teruel. Sus padres lo llevaron allí cuando era niño y se pusieron a vivir en la Plaza del Torico, en el tercer piso de un edificio estrecho que todavía se conserva, enfrente de una pastelería, la incomparable Muñoz, y un poco más abajo de otra pastelería: La dulce alianza. Ambas siguen abiertas, con mucho mérito y algo de milagro. Al parecer, el padre de Mingote se ganaba honradamente la vida dando clases de violín, lo que significa que estaba plenamente integrado en esa milagrosa forma de supervivencia que es esa capital aragonesa, Teruel.

En estos años de formación le pica también el gusanillo de la escritura. Sin dejar de garabatear sus característicos personajes, siempre con línea clara y decidida, y con color en la segunda mitad de su carrera, escribe novelas policíacas y del oeste bajo el seudónimo de Anthony Mask. Títulos como 'Ojos de esmeralda' o 'Los revólveres hablan de sus cosas'». Instalado en Madrid, modesto inquilino de una pensión, comenzó en 1946 a colaborar en 'La Codorniz', «la revista más audaz para el lector más inteligente», fundada por Miguel Mihura y Tono y donde, avalado por Álvaro de Laiglesia, pulió el estilo directo y claro que haría inconfundibles sus monigotes. Son días de bohemia y tertulia en cafés como el Gijón y el Comercial con amigos para siempre como Rafael Azcona o Manuel Alcántara.

Animado por la buena acogida de sus dibujos, se decide a dejar el uniforme para tratar de vivir de las palabras y las viñetas. Por entonces publica 'Las palmeras de cartón', novela que ilustra su admirado colega Goñi. Tardaría todavía siete años en publicar por primera vez en ABC, rotativo que le acoge en 1953 y que sería su definitiva casa, a la que consagró casi 60 años de su trayectoria profesional. Director de la revista 'Don José', creada en 1955, para ABC realizó un sinfín de portadas, además de las caricaturas y viñetas -casi 25.000- con las que satirizaba la actualidad.


El escritor y guionista

Tan afilada como sus lápices era la pluma de Antonio Mingote, prolífico articulista y autor de de varias novelas, libros de humor y divulgativos a quien se le abrieron las puertas de la Real Academia Española (RAE) en 1987. Fue el primer humorista gráfico recibido en la docta institución que 'limpia, fija y da esplendor' a nuestro idioma, en la que ocupaba el sillón 'r'. Tomó posesión en noviembre del 88 con un discurso titulado «Dos elementos del humor español: 'Madrid Cómico' y 'La Codorniz'». Entre 1993 y 2001 fue tesorero de la docta casa y dibujó durante años las felicitaciones navideñas e ilustró los menús del almuerzo anual ofrecido por el director.

Fue también Mingote guionista de cine y televisión para filmes como 'Vota a Gundisalvo', personaje rescatado de sus viñetas, y series como 'Ese señor de negro', otra de sus características creaciones, llevado a la pequeña pantalla por Antonio Mercero. Con otro grande de la televisión, Narciso Ibáñez Serrador, se embarcó en otros proyectos de éxito, como el musical 'El oso y el madrileño', estrenado a mediados de los setenta. También se atrevió a dirigir 'La vuelta al mundo en ochenta espías', toda una rareza rodada en Súper-8 en Marbella y su única incursión en el cine.

Atento observador y comentarista, no renunció Mingote a la radio, donde hizo época en el 'Debate sobre el Estado de la Nación' que condujo su admirado Luis del Olmo. También se embarcó en toda suerte de proyectos editoriales, algunos menores pero de enorme éxito comercial, como su libro del mus, y otros excelsos y muy exigentes, como la ilustración del Quijote, en conmemoración del cuarto centenario de la obra de Cervantes, un desafío acariciado durante años y para el que realizó más de 600 dibujos.

Entre sus libros divulgativos figuran 'Historia de la gente' (1955 y 1984), 'Historia de Madrid' (1961), 'Historia del traje' (1963), 'Hombre solo, hombre tranquilo' (1976), o 'El mus: historia, reglamento, técnica, vocabulario (1980). Junto a su compañero en la RAE y catedrático de Historia de la Ciencia José Manuel Sánchez Ron publicó '¡Viva la ciencia!' (2008) y 'El mundo de Ícaro' (2010). Lo mejor del legado de este gran maestro de humoristas, que alentó la carrera de otros dibujantes como Ballesta, Máximo, Madrigal o Cebrián, se conserva en el Museo ABC.

Se te echará de menos.

(Portada de La Razón)

"Se me ha ido el amigo de mi alma, el maestro, el genio, la admiración, la toleracia... todo" (Alfonso Ussia)

Por otro lado, como no podía ser de otra manera, nos sumamos a la despedida que hace Miguel Durán a nuestro ídolo y grande del siglo XX + iva, como es el gran Antonio Mingote; “Te vamos a echar mucho de menos, pero dejas un montón de enseñanzas comprimidas en tus dibujos y tus frases tan cortas como certeras. Dale recuerdos a los que te han precedido y resérvanos un sitio adecuado. Y ve eligiendo el mejor realizador posible para el programa que Dios nos tenga reservado, que la vamos a montar bien gorda.”.


Alfonso Ussía, gran amigo del maestro ha dicho; "buen viaje, que la luz ilumine tu sonrisa, que el viento empuje suavemente, que el camino sea llano y amparado por tus árboles, y que al fin, después de tanto tiempo, puedas abrazar a tus padres, que andan por ahí, esperándote".

El mismo Mingote, cuando se refería a la reflexión de las personas ante algunos hechos determinados decía; “Me asombra esa gente que dice que no se arrepiente de nada de lo que ha hecho. Me gustaría volver a nacer y rehacer mi vida otra vez”.

Sus mágicos lápices ya no volverán a dibujar. El maestro les ha dejado huérfanos. A ellos y al humor gráfico español. Ha sido la última viñeta del hombre que durante toda su vida fue incapaz de “imaginar una felicidad mayor que disfrutar de mi familia, mis amigos y mi trabajo” y con la que esta vez nos ha hecho llorar a sus millones de lectores.



Que descanses maestro.










Fuentes:
Alfono Ussia
Miguel Durán
Antonio Mingote, obras.
Ángel Corbalán

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